En el marco de un mundo capitalista que rinde pleitesía a las leyes del mercado, la educación se sitúa en una matriz privatista con un rumbo altamente individualista. Además, hoy, la mayoría de procesos sociales están mediados por las herramientas tecnológicas e, incluso, gran parte de la vida cotidiana se desarrolla en escenarios virtuales. En este contexto es imprescindible hacer una pausa y pensar las consecuencias a escala local y global de estas dinámicas.
Actualmente existe una demanda generalizada para que los docentes de distintos niveles educativos integren herramientas tecnológicas a sus prácticas cotidianas. En ciertas ocasiones la respuesta a esta demanda es automática y acrítica, y en otras, persiste una desconfianza o desconocimiento hacia estas herramientas. En este sentido, lo que muy pocas veces sucede y es, por demás, necesario, es que se presente un análisis crítico sobre las implicaciones sociales del uso de la tecnología en el aula y que, posterior a esta reflexión, se dé una elección y uso consciente de elementos que aporten significativamente al proceso de enseñanza-aprendizaje.
Los planteamientos de la Educomunicación (entendida como un campo de estudios interdisciplinar y transdisciplinar que conecta dos disciplinas: la educación y la comunicación) pueden darnos luces en este análisis. Estudios que datan de hace varias décadas han evidenciado cómo una comunicación dialógica y horizontal debe ser la esencia misma de cualquier proceso pedagógico.
Sin embargo, hay que advertir que existen dos enfoques educomunicativos esencialmente distintos. Por una parte, está el enfoque instrumental, centrado en el manejo de la tecnología. Este concibe la educación-comunicación desde los modelos informativos-transmisivos. Aquí la educación es entendida como en el modelo bancario de Freire (2005). Los educadores son concebidos como expertos tecnólogos y las destrezas son mecánicas y acríticas. El estado actual de la educación y de la comunicación es un síntoma o una consecuencia de la globalización económica neoliberal.
La contraparte la plantea el enfoque dialógico, el cual parte de considerar la educación como un fundamento esencial para el aprendizaje, la socialización y la construcción de conocimiento. El diálogo es la esencia de los procesos educomunicativos. La Educomunicación, desde esta perspectiva, tiene una naturaleza colaborativa y participativa y se opone a las cadenas de trabajo de tipo fordista, donde cada individuo es responsable solo de una parte. La Educomunicación tiene posibilidades creativas y transformadoras.
De más está decir que nos adscribimos al enfoque dialógico y consideramos que desde esa mirada podremos discernir la conveniencia de integrar ciertas herramientas que enriquezcan nuestras prácticas docentes. Efectivamente, una gran variedad de nuevas tecnologías, metodologías y didácticas (plataformas interactivas, storytelling, infografías, aula invertida, entre otras) nos permiten vivenciar en el aula procesos auténticos de aprendizaje -con la reproducción y resistencia necesarias ante estas corrientes globales-.
Autora: Mireya Arias Palomeque
Profesora – Investigadora UNAE. Doctoranda en Educación. Magíster en Sociología. Comunicadora Social y Abogada. Email: mireya.arias@unae.edu.ec
Referencias:
- Coslado, A. B. (2012). Educomunicación: Desarrollo, Enfoques y Desafíos. Foro de Educación, 157-175.
- Freire, P. (2005): Pedagogía del oprimido. Siglo XXI, México.
- Kaplún, M. (1998): Una pedagogía de la comunicación. Ediciones de la Torre, Madrid.